Es conocida en Alcalá de Henares la enorme amistad que había entre Pedro Atienza y Andrés Alcántara. Pedro pasó muchas jornadas en el taller de Andrés y le dedicó muchos sonetos a sus obras. Y cuando supo de la exposición de Andrés en Shanghai, Pedro le escribió este poema para viajar con él, aunque fuera sólo en el catálogo ya que no podía a lomos de un dragón.

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