Alcántara pone rumbo a China con una bandada de dragones

Venía Andrés Alcántara de consagrarse en el mundo del grabado recibiendo el Premio Internacional de Grabado en la Feria Internacional Estampa. Una pareja de inmensos grabados al buril: el «Dragón Joven», acechante, mostrando sus garras, descarado; el Dragón Viejo», silente, garras sospechosamente semiocultas, traicionero, el peligroso del dúo. Ambos grabados al buril, técnicamente imposibles, cromáticamente mitológicos, sangre de toro y polvo de oro son sus colores. Estuve presente en Lisboa cuando en el taller del Centro Portugués de Serigrafía, dirigido por João Prates, se imprimieron en un tórculo increíble para el gran tamaño de estos grabados. Tras un almuerzo de trabajo volvimos al taller donde el maestro impresor y su equipo había preparado diferentes versiones de color, pruebas de autor, para que Andrés seleccionara la colección a imprimir. Al entrar lo que vimos fue que el arco iris se había desplomado en la sala del tórculo, una decena de parejas de los dragones, el ejército imperial del emperador de China, dragones de todos los colores de corazas habían tomado cada rincón del taller. El dilema de la elección fue casi imposible. Yo hubiera impreso en series numeradas los veinte dragones y me hubiera acorazado en una sala, a lo Paraninfo, con los veinte inmortales. La prueba de autor más increíble fue otra, en negro y blanco, por una cara el Cervantes del IV Centenario, por la otra, el Dragón Viejo, obra única que estará en la sala de exposición del taller de Alcántara para los más curiosos.

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